Alicia Rojas tenía 18 años. Vivía en Yumbo, Valle un pueblo cercano a Cali y se había propuesto una meta: terminar su enseñanza media para ir a la universidad. Su mejor amiga, Karol Gisell Canelo, tenía 21 años y un retoño de cinco. Su destreza para los números la hacía fantasear con ser contadora. Las dos trabajaban en el turno de la mañana, les habían dado capacitación y un uniforme para atender los clientes.
El inmueble estaba ubicado en yumbo, en una casa particular que no hacia prever nada diferente a una casa de familia, estaba compuesto por tres habitaciones, cada habitación con baño, cocina, sala, que hacía de recepción, un comedor. El Spa, que es confundido con casa de citas, era atendido por estas dos chicas en horas de la mañana, ellas dicen que no son prostitutas, que hacen un trabajo de masajistas y terapeutas. De acuerdo con la página web, se prestaban todo tipo de masajes, pero si deseaba un masaje con happy ending el valor podía incrementarse hasta los 99 dólares.
Cuando llego Alicia al Spa y revisó las citas del día se percató que el primer cliente que debía atender se llamaba Carlos y pidió un masaje TODO INCLUIDO, un todo incluido significaba que el cliente quería un masaje de pies a cabeza, utilizando aceites, piedras ardientes y todo lo que se le ofreciera.
Esos masajes son los más costosos y Alicia un buen porcentaje, así que faltando poco para la cita entró a su salón, encendió velas e incienso y puso música relajante. Un usuario preparado a pagar ese precio se gana la mejor experiencia y tal vez deje una buena gratificación.
Unos minutos después llegó Carlos, un hombre alto y corpulento, arreglado como todo un gran directivo, con un porte de garbo y distinción que hizo que Alicia se deshiciera al verlo en la recepción.
“Hola Carlos, bienvenido, me llamo Alicia y te estaré atendiendo hoy. ¿Has tenido masajes antes?”.
Carlos le confesó que era su primera vez y lo hacía ya que había sido un mes muy fatigoso en su empresa. Alicia llevó a Carlos hasta la habitación de masajes y al ingresar le manifestó de qué se trataba y le solicitó que se quitara su traje mientras ella salía un minuto.
“recuerda que voy a usar lubricantes y algunos aceites, por lo que es mejor si te quitas todo, es mejor desnudo, pero no hay ningún problema si te quedas en bóxer, igual vas a acostarte y envolver con esta toalla”.
En cuanto Alicia salió, Carlos resolvió desnudarse por completo, en realidad no le incomodaba la idea de que ella lo advirtiera y mientras esperaba su regreso empezó a cavilar cosas. Alicia era una chica rubia muy bella, ojos claros y se advertía un buen cuerpo debajo del kimono de estilo japonés que utilizaba como uniforme. Carlos sintió una tensión progresando y tuvo que acostarse boca abajo para esconderla.
Alicia tocó la portezuela e ingresó, “se te olvido la toalla” le dijo a Carlos al ver sus posaderas descubiertas. Le ubicó la toalla y emprendió el masaje. Utilizando aceites calurosos principió por su nuca y cuello, luego su ancho lomo, forzando con potencia algunas zonas y mimando con delicadeza otras. Posteriormente después de masajear sus muslos le pidió que se girara.
Como pudo, Carlos se volteo tomando la toalla para envolver su pene. La toalla no escondió que estaba rígido como una piedra y a su juicio, muy bien proporcionado. Alicia se hizo la sorprendida y luego entre risas le dijo “tranquilo, estás completamente desnudo y una mujer te está acariciando, así que es completamente normal, relájate”.
Masajeó sus piernas y mientras se acercaba a su pene, Carlos movía su verga bajo la toalla, “estás muy rígido, voy a quitar la toalla y veras que ya no tendrás nada que ocultar y tal vez puedas estar más relajado, ¿Estás de acuerdo?”, le dijo Alicia, él asintió y ella procedió a quitarle la toalla con delicadeza.
“Ahora quiero que cierres tus ojos, y empieces a respirar lentamente, quiero que inhales y exhales despacio, y yo voy a seguir con el masaje, relajate”. Alicia sabía que principiar con sexo el masaje no era lo que el usuario había demandado, pero al ver el formidable pene de ese personaje que la traía humedecida desde que llegó, se lo embutió en la boca.
Carlos abrió sus ojos para advertirla como le chupaba la verga y ella ya se había descubierto y su kimono ya estaba colgando en un gancho de la pared y solo estaba en ropa interior. Ahora el masaje era con su lengua, a partir de la punta hasta los testículos, lo transitó por completo. Prontamente lo chupó rápido, meneando su cabeza y se comía con la vista a Carlos. Estaba tan empapada que se trepó a la camilla y ella misma se empotró el pene de Carlos en su vagina.
“Oh, qué rico que se siente” murmuró Carlos, Alicia comenzó a brincar, retiró su brasilera y el brasier y él oprimió sus tetas con potencia, como si supiera que eso la incendiaba aún más. Carlos extendió sus brazos y con sus dedos mimó el ano de Alicia. “¿Deseas mi culo? Este servicio lo presto, pero con un costo adicional, le dijo ella susurrándole en el oído a Carlos, y él le solo contesto, no hay inconveniente, hágale”.
Él se levantó y la dejó a ella en la camilla e introdujo su pene en el apretado ano de ella. Poquito a poco fue entrando y cuando estuvo adentro totalmente, empezó a dar coba con fuerza. “Sí, así, cógeme duro, vente en mi culo” remachaba ella en voz baja.
Alicia estaba como poseída, ésa verga era tan gruesa y dura que la sentía en todo su cuerpo y la hacía apetecer aún más. Carlos estalló adentro de su culo, tan hondo, que ella sentía sentir los chorros calientes que emanaban de su pene. Él le metió los dedos en su vagina vigorosamente hasta hacerla acabar también y no paro hasta verla hacerla temblar y lanzar un pequeño squirt que él se apresuró a lamer.
Con varias toallas se limpiaron y recorriendo sus cuerpos decidieron besarse, Carlos estaba poniéndose duro de nuevo, pero Alicia vio el reloj, le pasó su ropa y le dijo que pronto se iba cumplir el tiempo de la sesión. “Supongo que no podré disfrutar del TODO INCLUIDO, pero me voy más relajado de lo que pensaba” dijo Carlos mientras se vestía. Cabe indicar que Carlos dejó una jugosa gratificación y se convirtió en cliente frecuente del lugar, por supuesto, solicitando a Alicia como su masajista predilecta.
Llegó al Spa una pareja, sus problemas eran de comunicación asertiva en sus encuentros sexuales, consideraban que era cuestión de monotonía, rutina y poca actividad, Ya habían estado en terapias y sin embargo, cuando llegaban al tema de la sexualidad había grandes silencios, cuando hicieron el trabajo de identificar las necesidades, deseos y aquello que se había dejado de hacer ambos mencionaron no estar satisfechos, entre sesión y sesión se les pidió que realizaran actividades en casa, llegaron a la cuarta sesión, tenían claro que querían pero en casa no se animaron mucho, así que, les ocurrió mirar por internet y encontraron el Spa que ofrecía masajes para parejas y decidieron hacer la sesión y apartaron una cita.
El día de la cita llegaron puntuales, esperaban lago más de elegancia, pero realmente no iban por eso, así que decidieron continuar, Karen Gisell , los hizo seguir y entraron los tres a una habitación
Ya tenía todo preparado en la habitación, mientras tanto, ellos se sentían algo nerviosos y karol les ofreció un café o un trago, el prefirió algo más fuerte y pidió un whisky, ella un coctel.
Empezaron a charlar cosas sin importancia, luego del negocio y las preguntas empezaron a subir de tono a medida que se tomaban el trago. Karol ya se disponía a iniciar el proceso, les dijo que se pusieran cómodos y les dejo solos para que se desnudaran.
Karol, una hermosa morena, llego con el Kimono, sin nada debajo y se sentó frente a ella sugestivamente. Les hablo de las técnicas de masajes para poder conectar sus cuerpos y sentidos, poderse disfrutar plenamente en este encuentro.
Karol les pidió que se sentaran en la camilla frente a frente agarrados de las manos y se vieran a los ojos. Ella se puso algo nerviosa, pero veía en los ojos de su marido mucho morbo, Karol, como toda una profesional les decía lo que iba a suceder para irlos preparando.
Karol le vendó los ojos ella, le pidió que se quitara la ropa interior, ya que no había querido desnudarse, lo hizo, y luego le pidió que se acostara boca abajo en la camilla. Karol se hizo a un lado y con una seña le pidió al marido que se hiciera al otro a lado del cuerpo de su esposa. Karol primero le llevó el aceite a la nariz para que sintiera el olor, después de eso, le echó aceite en las piernas. Empezó el masaje, Karol en un pie y él en el otro; iban subiendo poco a poco. Era un masaje relajante, pero se veía cómo iban fluyendo las excitaciones en ella. Ellos iban subiendo las piernas y así iba subiendo la intensidad del masaje.
El seguía lo que ella hacía, y sincronizaban muy bien, mientras tanto su esposa empezaba a ponerse completamente extasiada. Fueron subiendo hasta que llegaron a sus nalgas. Las masajeaban cuidadosamente, ella quería mover su culito como si su marido la estuviera penetrando. Masajeaban, llegaron hasta su entre pierna, pero no tocaban nada más. Eso la puso más excitada. Siguieron subiendo y masajeaban su espalda, absolutamente relajante, estando boca abajo, masajeaban la parte donde empezaban sus tetas, y las sensaciones empezaron a ser loquísimas. Ella solo sentía que su cuquita estaba cada vez más mojada, moría de ganas por que la tocaran, pero al tiempo sabía que mientras más se extendiera, mayor iba a ser el placer.
En un momento; empezó a sentir un placer delicioso, aun con los ojos vendados podía percibir que Karol, con sus tetas muy llenas de aceite, las pasaba por sus nalgas y terminaban en su espalda, alcanzando a rozar su ojete. La sensación era indescriptible, ya empezaba a jadear. Quería que no parara nunca de hacerlo. Fue en ese momento en que se percaté que Karol no tenía ya nada puesto y le arrechó mucho la idea de que su esposo nos estaba viendo a las dos así, desnudas y que probablemente él también estaba disfrutando de sus tetas. Ella echo la mano hacia atrás buscando la verga de su marido, cuando la sintió, estaba durísima. La empezó a masajear suavemente; pero él se la quitaba, le decía que era su momento de disfrutar; aunque la verdad es que sentir su verga así de dura la hacía mojar más y más, pedía que se la metiera en la boca.
Karol empezó a acariciar su cuquita, a masajear el clítoris, hasta que le hizo llegar a un orgasmo delicioso que la hizo estremecer. Después de eso, Karol le pidió al marido que la tomara y le metió la verga, la necesitaba, lo necesitábamos. Ella empezó a moverse y clavarse en su verga, después subió sus piernas hasta sus hombros para tener mayor profundidad, así siguió clavándola, ella extasiada, él dándole delicioso, seguía con los ojos tapados. Siguió clavándola hasta que sintió su leche adentro. Acabó, pero con ganas de más. Como hace más de 10 años no lo sentía.
Se quitó la venda de mis ojos, y estaba como en otro mundo, los vio a ellos dos, desnudos, mirándola, deleitándose con mi disfrute. Karol le preguntó qué tal la había pasado, no había más que elogios en mis palabras, fue estupendo. Cuando terminó esa charla le pregunté que, si quería estar con los dos, finalmente respondió que sí, así que decidieron continuar con el masaje a su esposo.
Al final, ambos lograron tener mejor desempeño y comunicación para obtener mayor placer.
Karol se despidió y los felicitó por su gran trabajo, se levantó y se retiró de ahí.